La peculiaridad principal de esta sierra es su composición
geológica, pues se trata del mayor macizo de peridotitas del mundo, rocas de
origen volcánico ricas en hierro y platino, dándole además de su nombre su
característico color a esta sierra.
El primer objetivo, como no podía ser de otro modo eran Los
Reales, con su Pinsapar.
Partiendo, el pasado día 25 de Junio bien temprano, desde el mismo centro de Estepona, tomamos la
carretera del valle del Genal, nada más cruzar la autopista A7, vemos la
primera muestra de la que fuera la vegetación climax de esta zona, los
alcornoques. Conforme la carretera va serpenteando y cogiendo altura, alternan
las casas, con retazos de alcornoque y monte bajo, hasta llegar a los mismos
pies de las peridotitas, en este tramo habremos visto algún quejigo (Quercus
broteroi), nos encontramos a 350msnm.
(Quercus Broteroi)
Seguimos ascendiendo, entre pinares de
Pino Negral, Alcornoques y Madroños, cuando nos llama la atención, a nuestra
derecha un viejo castaño, a 450msnm, justo al pie de la carretera y en plena
solana, nunca los había visto en esta Posición tan expuesta, pues aunque es la
cara de la sierra donde impactan las nubes que proceden del mar, la cota es
llamativamente baja, está solo, pero a no muchos metros, existe un pequeño
rodal a ámbos lados de la carretera.
Seguimos ganando altura, alternando inmensos pinares, con
pequeños rodales de Alcornoques y cada vez más madroños.
Nos acercamos al puerto de Peñas Blancas, a 990msnm donde el levante sopla esta mañana fuerte y la niebla pasa rápido, dejando su tesoro en forma de agua sobre la vegetación….no es el mejor día para venir en camiseta y bermudas!!!
En este punto la parada no es casual, sino que se encuentra
uno de los motivos del por qué de esta excursión, y que más adelante tratare
con más detenimiento, y es que a escasos metros al oeste del mismo puerto,
existe un pequeño rodal de Robles Melojos. Entre algunos pinos y alcornoques y
muchos madroños llego a divisar la silueta de uno de ellos, es el mas grande,
se encuentran debidamente cercados a fin de protegerlos de los herbívoros. Pude
contar dieciséis pies, de los cuales dos eran un poco mayores y el resto
pequeños.
Después de este alto, seguimos la carretera hacia los
Reales, pinos y más pinos con algunos alcornoques y muchos madroños, estamos ya
de pleno en la zona de influencia de las nieblas y ello se hace patente por el
manto de verdes Helechos Aguila que tapizan ahora el suelo del bosque. Tras
unas curvas se adivinan los primeros Pinsapos, desparramados por la ladera, se
trata de pequeños ejemplares que se han aventurado un poco más allá de lo que
nos tienen acostumbrado, demostrándonos que son más versátiles de lo que muchos
piensan y que su actual área de distribución, a pesar del cambio climático (que
le afecta negativamente por perdida de hábitat), es inferior a su area
potencial, muy posiblemente gracias a la acción de los Sapientísimos Seres
Humanos.
No se deja de oír
en la penumbra, entre los helechos águila el sonoro canto del petirrojo,
También chochines, carboneros y pinzones nos acompañan durante todo el
recorrido. El lugar invita a recorrerlo admirando toda su inmensidad y riqueza.
Y es que todo el tiempo que se deje pasar sin plantar un
árbol, es tiempo perdido.