domingo, 30 de junio de 2013

SIERRA BERMEJA (1) Pinsapos en los Reales y Robles en Peñas Blancas

Aprovechando el primer lapsus vacacional he decidido hacer un Mar y Montaña, así que no es mal destino Estepona, donde a escasos kilómetros de sus fantásticas playas se encuentra Sierra Bermeja, todo un conjunto de montañas que albergan muchísimos tesoros.


La peculiaridad principal de esta sierra es su composición geológica, pues se trata del mayor macizo de peridotitas del mundo, rocas de origen volcánico ricas en hierro y platino, dándole además de su nombre su característico color a esta sierra.


El primer objetivo, como no podía ser de otro modo eran Los Reales, con su Pinsapar.




Partiendo, el pasado día 25 de Junio bien temprano, desde el mismo centro de Estepona, tomamos la carretera del valle del Genal, nada más cruzar la autopista A7, vemos la primera muestra de la que fuera la vegetación climax de esta zona, los alcornoques. Conforme la carretera va serpenteando y cogiendo altura, alternan las casas, con retazos de alcornoque y monte bajo, hasta llegar a los mismos pies de las peridotitas, en este tramo habremos visto algún quejigo (Quercus broteroi), nos encontramos a 350msnm. 

(Quercus Broteroi)

Seguimos ascendiendo, entre pinares de Pino Negral, Alcornoques y Madroños, cuando nos llama la atención, a nuestra derecha un viejo castaño, a 450msnm, justo al pie de la carretera y en plena solana, nunca los había visto en esta Posición tan expuesta, pues aunque es la cara de la sierra donde impactan las nubes que proceden del mar, la cota es llamativamente baja, está solo, pero a no muchos metros, existe un pequeño rodal a ámbos lados de la carretera.






Seguimos ganando altura, alternando inmensos pinares, con pequeños rodales de Alcornoques y cada vez más madroños. 


Nos acercamos al puerto de Peñas Blancas, a 990msnm donde el levante sopla esta mañana fuerte y la niebla pasa rápido, dejando su tesoro en forma de agua sobre la vegetación….no es el mejor día para venir en camiseta y bermudas!!!



En este punto la parada no es casual, sino que se encuentra uno de los motivos del por qué de esta excursión, y que más adelante tratare con más detenimiento, y es que a escasos metros al oeste del mismo puerto, existe un pequeño rodal de Robles Melojos. Entre algunos pinos y alcornoques y muchos madroños llego a divisar la silueta de uno de ellos, es el mas grande, se encuentran debidamente cercados a fin de protegerlos de los herbívoros. Pude contar dieciséis pies, de los cuales dos eran un poco mayores y el resto pequeños.








Después de este alto, seguimos la carretera hacia los Reales, pinos y más pinos con algunos alcornoques y muchos madroños, estamos ya de pleno en la zona de influencia de las nieblas y ello se hace patente por el manto de verdes Helechos Aguila que tapizan ahora el suelo del bosque. Tras unas curvas se adivinan los primeros Pinsapos, desparramados por la ladera, se trata de pequeños ejemplares que se han aventurado un poco más allá de lo que nos tienen acostumbrado, demostrándonos que son más versátiles de lo que muchos piensan y que su actual área de distribución, a pesar del cambio climático (que le afecta negativamente por perdida de hábitat), es inferior a su area potencial, muy posiblemente gracias a la acción de los Sapientísimos Seres Humanos.


 En una curva cerrada a la Izquierda, donde la carretera se ensaya, aprovechamos para dejar el coche, en este punto comienza nuestro “Paseo de los Pinsapos”. Ya se atisba en este punto la solemnidad del Pinsapar, hasta el punto de impresionar, que en esta sierra ocupa unas noventa hectáreas, el sendero señalizado que aquí se inicia nos adentra en un misterioso lugar, donde alterna la noche y el día, donde los viejos pinsapos, muchos de ellos ya muertos son sucedidos por nuevos ejemplares. 
















No se deja de oír en la penumbra, entre los helechos águila el sonoro canto del petirrojo, También chochines, carboneros y pinzones nos acompañan durante todo el recorrido. El lugar invita a recorrerlo admirando toda su inmensidad y riqueza.




 Impresionante, sin duda,  ha merecido muchísimo la pena, no me queda otra que apelar a la Administración, y por supuesto a toda la sociedad para que se de un uso razonable a este paraíso, dotándolo de la máxima protección, mejorándolo y preservándolo para las generaciones venideras.



Y es que todo el tiempo que se deje pasar sin plantar un árbol, es tiempo perdido.

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